El
fenómeno religioso siempre ha sido un pilar fundamental en la promoción y
desarrollo de los valores en la cultura universal y de los pueblos, cada una
con características propias de sus doctrinas; algunas más criticables que
otras. Las religiones históricas reconocidas mundialmente como el cristianismo,
hinduismo, budismo, islamismo y el judaísmo tienen como principal objetivo la
enseñanza de los valores, a través de la fe. Se cree que las personas que no
profesan ninguna religión están más propensas o tienen mayor probabilidad de
realizar una mala acción, que aquellos que si practican alguna religión; todo,
por el asunto de que Dios habla en la conciencia de los seres humanos. Esta
predisposición psicológica hacia la fe ayuda a inhibir la mala acción y retomar
la práctica del bien moral. De esta premisa no se puede deducir que la
conclusión sea absolutamente verdadera; tómese sólo como una reflexión
inductiva donde la conclusión es sólo probable, razonable.
Ahora
bien, estas religiones mundiales tienen como principio común, la teología de la creación
divina, la acción creadora de las divinidades hicieron posible el universo. En caso
del cristianismo, por ejemplo, en el primer libro del pentateuco, es decir, en
el Génesis muestra como Dios crea el mundo y a los seres humanos. Al realizar
una lectura meditada del mismo, se podrá notar que existe un principio común en
la creación de todas las cosas y que desde el inicio se suscita una interdependencia
del hombre hacia los recursos naturales, (Gen. 1-29). Pero Dios, a su vez, da una potestad a
los seres humanos a diferencia de otros seres, la racionalidad y con ello la
capacidad para administrar todo lo que existe sobre la tierra. ¿El problema?
Conociendo ya el bien y el mal, entonces inicia el desbarajuste en el
equilibrio ecológico. Desde entonces, la voracidad humana junto a la explotación y mala administración de los recursos de la
naturaleza es lo que ha venido produciendo fenómenos como el calentamiento
global, el efecto invernadero, la lluvia ácida, terremotos, tsunamis entre otros
problemas medio ambientales que en las últimas décadas vienen azotando a los países
más vulnerables, al menos, geográficamente hablando.
Las
religiones pueden ser un medio, una alternativa para recuperación del medio
ambiente y salvaguardar la vida en humana en el planeta, pero ¿cómo? A través, de
sus enseñanzas sagradas, transmitir valores ecológicos, hacer conciencia en sus
creyentes de la necesidad urgentísima de respetar la creación divina. El Papa francisco ha dicho que “la Iglesia Latinoamericana está llamada hacer un
sacramento de amor de solidaridad y de justicia entre nuestros pueblos”. La
justica no sólo en el plano antropológico sino también en plano ecológico. Urge
ser justo y solidarios con el medio ambiente. El catolicismo recientemente
incluyó entre los pecados mortales, la contaminación del ambiente;
acciones religiosas como esta, seguramente podrán fomentar una
conciencia más ecológica, más sensible con los recursos que nos brinda la
naturaleza. Construyamos juntos un futuro mucho más verde.
Prof. Samir Alarbid. M.Sc. Filósofo y Educador
Universidad Católica Cecilio Acosta
Twitter. @salarbid
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