
Escribir nuevas líneas sobre el tema de la ética en relación a la
política nunca es una tarea fatigosa ni abundante, sino todo lo contrario; sobre
todo, en un mundo donde algunos esbirros políticos y su retórica barata se van
deslindando cada vez más de los valores éticos; momento en que la política
pierde su verdadera esencia que no es otra que garantizar la mayor felicidad a
los ciudadanos, a través, de la garantía de los derechos humanos y el libre
acceso a los bienes y
servicios de calidad. El ideal de la política es defender lo público, dar
sentido a la sociedad y la vida colectiva. Aristóteles en su tratado sobre “La
Polis” plantea que el hombre es un animal político y que sólo puede alcanzar la
felicidad en la comunidad, en el seno de la polis.
Ahora bien, Venezuela actualmente presenta un escenario nada
consolador y una escandalosa incertidumbre invade a los ciudadanos. La
democracia vive insondables dificultades de valores, donde las instituciones y
poderes públicos no esconden su parcialidad ideológica, olvidándose de que su
único e inalienable objetivo es el servicio al "demos", es decir, al
pueblo. La democracia debe ser defendida ahora mucho más de lo que en el pasado
se ha defendido caso, Filipinas, Serbia, Polonia, Chile, países sur africanos,
son un verdadero ejemplo Gandhi en la india; sin dejar de nombrar al premio
nobel de la paz Martin Luther King.
Se observa en la sociedad política venezolana la ausencia de una disputa
verdaderamente democrática, la desintegración de las instituciones y partidos
políticos decadentes saquean el verdadero sentido de la democracia. La sed de
poder parece ser el único fin de los politiqueros. Con razón Mario Vargas Llosa
dice en sus elocuentes palabras “todo lo que se relaciona con el poder es muy
degradante”, el mundo del poder cercena muchas veces la libertad colectiva. La
praxis política sin valores éticos, genera una profunda crisis económica que afecta, sobre todo a los estratos más pobres; el humanismo democrático
ha quedado en manos de salvajes, y
es frecuentemente pateado y escupido.
Quizá
la raíz de los problemas de la desvinculación de la praxis política y valores
éticos se debe a la pésima formación académica, moral y cívica que reciben los jóvenes
en nuestras intuiciones educativas venezolanas; ya el filósofo Nuccio Ordine en
el libro
titulado “La utilidad de lo inútil”
nos plantea tal
situación; “lo que sucede es que en la
actualidad la clase política que tenemos es una clase política cada vez menos
culta y cada vez más corrupta”. Aunado a
este escenario, se vislumbra la perversa intención de políticos de turno en el
poder, a no invertir en educación de alto nivel, tienen como fin, no brindar
herramientas necesarias para forjar mentes con alto sentido crítico.
¿Cómo salir de la catástrofe política y cómo recuperar lo que se ha
perdido? Principalmente tener claro que los seres humanos nacen libres e
iguales y que el único fin de la ciudad es la justicia, la felicidad. Saldremos
de la crisis, en la medida en que descubramos la necesidad de repensar lo que
verdaderamente podemos hacer por la justicia social, cuestionar bajo una mirada
crítica, filosófica y
sistemática el mundo que tenemos y el mundo que queremos.
La capacidad crítica la brinda
1.- formación constante en las diferentes áreas de los saberes humanísticos 2.-
la lectura permanente de los hechos suscitados en nuestros entornos sociales,
dos aptitudes que ofrecerá una visión objetiva de la realidad; sólo así se
evitará el mal que nos advierte Niccio Ordine: “el interés de la clase
política hoy en día, al igual que el interés de la clase política de ayer,
consiste en mantener a la gente en la ignorancia”. Luego en las siguientes
líneas: “No cabe duda de que es más fácil vender todo lo que quieren a personas
que no saben, que no tienen herramientas para comprender”.
Por: Prof. Samir Alarbid.
Universidad Católica Cecilio Acosta
Cuenta
oficial Twitter: @samiralarbid
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